Desde que entré al mundo de la mercadotecnia, la frase “el sexo vende” ha sido casi un mantra. Con los clientes suele ser una de las primeras ideas que saltan en una lluvia de ideas para campañas o contenido. Pero, ¿realmente el sexo siempre vende? ¿O puede ser un arma de doble filo si no se usa con responsabilidad?
El sexo como recurso publicitario: impacto y riesgos
Es cierto que el sexo puede ser un elemento poderoso. Apela a emociones primarias, genera atención inmediata y, si se usa correctamente, puede lograr acciones memorables. Ejemplos hay de sobra: desde automóviles que asocian velocidad y lujo con sensualidad, hasta el mundo de la moda, donde la sexualidad no solo es válida, sino que es prácticamente un estándar.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Casos como la campaña de BMW en Alemania para autos seminuevos (que jugaba con insinuaciones sexuales explícitas) levantaron más quejas que ventas. ¿El problema? Cruzaron la línea entre lo provocador y lo vulgar, desconectándose completamente de los atributos de la marca y generando más polémica que valor.

Hay industrias donde lo sexual está prácticamente integrado: preservativos, lencería, moda, incluso automóviles. Pero, ¿qué pasa cuando intentas asociar la sexualidad a un producto o servicio que no tiene ninguna relación directa con el tema? ¿Es válido usar insinuaciones sexuales para vender papitas, promover un salón de belleza o un pedazo de papel?
El recurso sexual debe tener un propósito claro: resaltar un atributo o ventaja competitiva del producto, no simplemente llamar la atención de forma superficial. Si la sexualidad no conecta con tu audiencia, lo único que lograrás será tener camàñas o contendido vulgar y; peor aun, dañar tu reputación. Aunque si lo logras…
Como el ejemplo de PostIt, las campañas y contenido con connotaciones sexuales bien ejecutadas pueden ser memorables y efectivas. Pero esto no significa que debamos usar este recurso sin filtros. Antes de decidir incluir elementos sexuales en una estrategia, pregúntate:
¿Conecta con los valores y atributos de la marca?
¿Aporta algo real al mensaje o solo es ruido?
¿Puede interpretarse de manera negativa o ser mal recibido por la audiencia?
No olvidemos que vivimos en un entorno donde la percepción pública puede cambiar en segundos. Lo que en un momento parecía ingenioso, puede convertirse en un escándalo en redes sociales que afecte seriamente la imagen de tu marca.
El sexo vende, pero ¿qué estás construyendo?
Si decides usar la sexualidad en la comunicación de tu marca, entiende que no es solo una herramienta más: es un reflejo directo de lo que representa tu negocio. ¿Es congruente con los valores de tu marca? ¿Está alineado con lo que tu público necesita de ti?
El sexo no solo capta atención; define percepciones. Y esas percepciones no desaparecen cuando termina la campaña. Cada decisión que tomes sobre cómo comunicarte es un ladrillo en la construcción de tu marca.
Entonces, pregúntate: ¿estás construyendo algo sólido y memorable o solo quieres que hablen de ti, aunque sea por las razones equivocadas? Porque captar miradas es fácil. Ganarte el respeto y la confianza de tu audiencia, eso es lo que realmente vende.